sábado, 23 de junio de 2012

El pensamiento crítico en la vida diaria (Parte II)

Mientras me lavaba los dientes y miraba mi apuesto y varonil rostro en el espejo... (eso fue una pequeña píldora para vitaminizar el ego), de pronto y sin avisar me golpeó una idea. "¡Es verdad! ¡Nunca escribí la parte II!" me dije con la boca espumosa. Por supuesto, me refería a esta serie, donde aspiraba a dar ciertos tips para que mis queridos lectores desarrollasen su pensamiento crítico. No sé si sea muy descarado llamar serie a un solo artículo, pero ¿No es la intención la que cuenta?

Así, hoy me propongo continuar con esto. Lamentablemente, todas las ideas que pretendía plasmar se quedaron acurrucaditas en el pasado distante en que escribí el primer post, por lo que tendré que improvisar, a ver si en la marcha vuelven a conectarse las neuronas adecuadas.

2. ¡Fastidie!

En el post anterior, hablé de lo importante que es ser realista. En otras palabras, si algo parece ser demasiado maravilloso (o terrible) para ser verdad, probablemente no sea verdad. Pero tampoco se trata de cerrarse a nuevas posibilidades, ya que muchas ideas locas han demostrado ser ciertas. El realismo tiene que funcionar como una señal de alerta ante una posible tontería, de tal forma que puedas dar un paso atrás para aplicar la siguiente lección... ¡Fastidiar!

¿Cómo dice, señor? ¿Fastidiar? Sí, pero no gratuitamente. El arte de fastidiar para los escépticos-librepensadores-filósofos-de-medio-tiempo (ustedes y yo, espero) consiste básicamente en pedir pruebas. Evidencia. Dame un motivo para creer tu locura. O como dice aquella famosa frase "Afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias". Y no se sorprendan si su interlocutor se molesta. Por algún motivo a ciertas personas les ofende que no les creas sus historias (je)

Piénsenlo de esta forma. Cuando una persona quiere comprar un automóvil espera que dicho vehículo cumpla ciertas condiciones. Por ejemplo, que no se lo hayan birlado a algún pobre diablo. O que el motor funcione. Por supuesto, no le bastará con lo que le dice el vendedor. Probablemente exija ver los papeles del automóvil, probarlo en un paseo, revisar el motor...

Vendo joyita de algún año. Ligero problema en la puerta...

Este es un ejemplo de escepticismo usado en la vida diaria. Y ciertamente el vendedor de autos no se sentirá ofendido por sus peticiones. Es más, tratará de tener todo en regla y listo para convencer a su cliente. De la misma forma, cuando a usted le digan, por ejemplo, que hay una casa poseída por espíritus, o que ciertas semillas pueden curar el cáncer, está en su derecho (y es su deber), pedir pruebas. No se sienta mal por ser un poco fastidioso.

Y diré más. Su interlocutor debería estar agradecido. ¿O no es algo positivo mostrarle sus errores a la gente, para que puedan ser mejores? No quiero decir que el escéptico siempre tiene razón, pero considérelo así. Si una propuesta es discutida seriamente, con argumentos basados en evidencias, eventualmente se conocerá la verdad. Ud. puede tener razón, quizás el otro la tenga, o ninguno de los dos, pero todos saldrán beneficiados.

Conclusión: No tengan miedo de exigir evidencias. Es la única forma de diferenciar lo que es real de la ficción y el engaño.

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